jueves, 29 de mayo de 2008

Una noche en la ópera


Plácido Domingo deslumbró al público con su magnífica actuación. Los aplausos dedicados al tenor hacían retumbar el Gran Teatro de Liceu. Una interpretación espléndida de Siegmund en la Valquíria de Wagner. La verdad es que todos los intérpretes lo hicieron estupendamente, hecho que añadió calidad a la obra a la vez que entusiasmaba al público.


Die Walküre es una obra de Wagner compuesta de tres actos que se estrenó en 1870 en Munic y representa la continuación de Das Rehingold. Desde los hechos narrados en Das Rheingold ha transcurrido un largo tiempo, de difícil precisión. Ha aparecido la humanidad y Wotan, temeroso del futuro, ha fecundado a la diosa Erda, que le ha dado las nueve valquirias, vírgenes guerreras que llevan al Walhalla a los héroes muertos en combate para que formen un ejército en defensa de la mansión de los dioses. También teme que Alberich recupere el anillo todopoderoso que ahora posee Fafner, el gigante convertido en dragón para custodiar el tesoro robado a los nibelungos. Condicionado por los pactos, no puede recuperar el anillo y quiere hacerlo a través de un héroe perteneciente al mundo de los hombres, libre y sin sus contradicciones. Wotan ha regresado por ello a la Tierra y de su unión con una mujer mortal han nacido los gemelos Siegmund y Sieglinde, que el destino ha separado. Ella ha sido casada con Hunding y él lleva una vida errante y desgraciada.


Ópera cantada, sin interpretación que a pesar de ser larga retenía en todo momento la atención del espectador. Solamente las voces de los intérpretes eran suficientes para seguir con interés el trascurso de la historia que contaban.

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